Actitudes protectoras. (1ª parte). Compromiso y motivación para mantener los cambios
Esta semana vamos a profundizar en las actitudes protectoras: la autoestima, la autoaceptación y la compasión. De la misma manera que podemos elegir alimentos que nos beneficien o que perjudiquen nuestra salud, también pasa lo mismo con las dinámicas mentales y los patrones emocionales. Por lo tanto, podemos aprender a hacer de nuestra mente nuestra aliada o, si no gestionamos adecuadamente nuestros pensamientos y emociones, puede llegar a convertirse en nuestra peor enemiga.
Primero, hemos trabajado a nivel emocional y hemos visto la importancia de observar, de tomar consciencia, mirar hacia dentro y dejar que pase, aceptando las emociones (y los pensamientos). Hemos hablado de darnos permiso para sentirlas, conectar con ellas, expresarlas y relacionarnos con estas dinámicas de manera amable, sin juzgarlas y sin aferrarnos.
También hay que tomar conciencia de es un proceso largo y constante, que se va mejorando con la práctica (como todo en esta vida). Y es natural que al principio nos cueste más esfuerzo de aplicar, por eso la importancia de adoptar una actitud de responsabilidad amable y flexible. De ir aplicando pequeños cambios poco a poco e ir revisando nuestro propio proceso para adaptarlo a nuestras necesidades.
A lo largo de esta semana, en complemento a una alimentación protectora de la salud, vamos a ofrecer herramientas para proteger nuestra salud mental y emocional.
Actitudes protectoras: Autoestima y autoaceptación
La autoestima y la autoaceptación son conceptos que están muy relacionados.
La autoestima es la propia percepción evaluativa, la opinión que tenemos de nosotros/as mismos/as. Es el conjunto de percepciones, pensamientos y actitudes que tienen que ver con el proceso interno de aceptación. Además, tener una buena autoestima es importante para cuidarnos, apreciarnos, valorarnos y respetarnos como nos merecemos, así como para disfrutar de unas relaciones saludables. Implica no sólo reconocer nuestras cualidades, virtudes y logros, sino también ser realistas con nuestras dificultades y puntos de mejora para poder trabajar en ello y confiar en nuestra capacidad de crecimiento personal.
Sin embargo, una baja autoestima tiene que ver con sentimientos de vergüenza, culpa, decepción y fracaso que se muestran a través de reproches y actitudes negativas hacia la propia persona.
La autoaceptación significa reconocer nuestro valor y dignidad, a pesar de nuestras limitaciones. Implica amarnos de manera incondicional sin aferrarnos a juicios, exigencias o el ideal de perfección.
Aceptar que no todo puede ser perfecto (tampoco nosotros/as) es básico para afrontar nuestras circunstancias de manera realista. Para lograr nuestras metas, gestionando emociones como la frustración o la incertidumbre y aceptando tanto nuestras potencialidades como nuestras limitaciones.
En realidad, esto no implica conformarse y renunciar a la posibilidad de aprender, mejorar y crecer cada día. La aceptación me abre un camino de actitud responsable hacia el cambio.
Actitudes protectoras: Compasión
Todas las personas cometemos errores, tenemos dificultades y limitaciones o fracasamos en algún momento de nuestra vida. Guardarnos rencor por ello, nos bloquea y nos limita para avanzar hacia el cambio.
Perdonarnos nos libera y nos permite empezar a querernos y valorarnos de manera incondicional.
Nos resulta muy habitual escuchar el papel del perdón y la amabilidad hacia las demás personas. Sabemos que es bueno para nuestra salud mental pedir perdón y no guardar rencor, para sentirnos en paz con nuestro entorno. Aunque, ¿somos conscientes de la importancia de todo eso hacia nosotros/as mismos/as?
Aquí entra en juego la compasión, no entendida como lástima, sino entendida como amabilidad o conciencia amable, lo cual nos permite desarrollar actitudes de afecto y conexión con nosotros/as y con las demás personas.
Por lo tanto, tratarnos con cariño y con amabilidad nos va a conceder la posibilidad de sentirnos dignos/as de ese cuidado que tanto necesitamos para nuestro bienestar. Recuerda la metáfora de la semana 3 sobre la planta. “Tú eres tu propia planta. Riégate, nútrete, háblate bonito y florece”
“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, es entonces cuando puedo cambiar”
-Carl Rogers
CONFORMISMO / RESIGNACIÓN = INACCIÓN, RENDICIÓN (Cierra la puerta al cambio)
“Soy así y no hay nada que hacer”
ACEPTACIÓN = ACCIÓN, RESPONSABILIDAD (Comprensión para estimular el cambio)
“Soy más que lo que no me gusta de mí, me valoro, me respeto y me propongo mejorar”
¿Cómo nos afecta la publicidad y el consumismo a nuestro ideal de belleza?
El sistema en el que vivimos es tremendamente competitivo y exigente, a través de los medios y la socialización constantemente se nos ofrecen “modelos” o “ideales” que deberíamos seguir si queremos encajar en la norma, esto es lo que conocemos por “estereotipo”. Lo que nadie nos enseña, es que la diversidad es lo que nos hace especiales. El ser diferente es lo que aporta riqueza a nuestro entorno y a nuestras relaciones.
Un estereotipo es un conjunto de imágenes mentales y construcciones lingüísticas que nos ayudan a organizar y simplificar la realidad. Son fruto de la herencia cultural y de un conjunto de prejuicios y actitudes adquiridas. Por ejemplo, si pensamos en una mesa (imagen mental de mesa), lo más probable es que nos venga a la cabeza una imagen de una tabla cuadrada de madera con cuatro patas. ¿Qué ocurre?, ¿Una mesa de cristal redonda con un pie central no es una mesa o es una mesa peor? En absoluto. Nuestra mente necesita simplificar para poder organizar y comprender el mundo. Pero eso no quiere decir que la diversidad no sea necesaria y además enriquecedora. Cuantos más modelos de mesas sepamos apreciar, mucho mejor.
En realidad, existen estereotipos en todos los ámbitos, aunque quizá los que más consecuencias tienen en nuestra percepción personal y que pueden afectar a nuestro bienestar son los estereotipos asociados al sexo/género y los estereotipos de belleza. Es habitual observar en la publicidad y las redes cantidad de imágenes asociadas al “ideal de belleza”, que sabemos con certeza que no se ajustan a la realidad y que, además, han ido evolucionando muchísimo a lo largo de la historia.
Me gustaría acabar con una palabra de la cultura japonesa que resume estupendamente todo lo trabajado: Wabi-Sabi: “La belleza de la imperfección”
Sandra Barceló
Psicóloga-Formadora Col. COPC22270