Psicóloga-Formadora. Col. COPC22270
La enfermedad crónica y el afrontamiento emocional
Los problemas son los que son, la cuestión es cómo me relaciono yo con ellos.
Vivimos en un mundo en el que damos muy poco valor a las emociones, nos preocupamos mucho por la salud física, pero dejamos a un lado la salud psicológica.
Tenemos clarísimo que cuando nos duele la rodilla (por ejemplo), y ese dolor persiste, debemos acudir a una persona especialista, con un título de medicina, para que nos ayude a encontrar la causa y sanar ese dolor. Además, tenemos clarísimo que si hacemos caso a sus recomendaciones solucionaremos el problema, pero si no seguimos las pautas que nos da, difícilmente nos curaremos.
Y esto mismo, ¿por qué nos cuesta tanto asumirlo con la salud psicológica?
Cuando las emociones o los pensamientos duelen por dentro, y ese dolor persiste, debemos acudir a una persona especialista, con un título en psicología, para que nos ayude a encontrar la causa y sanar ese dolor. Por supuesto, igual que en medicina, si hacemos caso a las recomendaciones y aplicamos las herramientas que nos ofrece sanaremos ese dolor, en caso contrario el dolor permanecerá, cada vez se hará más intenso y nos será difícil hacerle frente sin ayuda externa.
Como ya hemos visto en artículos anteriores, la salud física y la psicológica también están relacionadas y se influyen mutualmente.
Si mantengo hábitos de vida saludable, tengo menos riesgo de sufrir enfermedades. Si no mantengo hábitos de vida saludable, tengo mayor riesgo de desarrollar algún tipo de enfermedad.
Hay cosas que se pueden controlar y cosas que escapan de nuestro control.
Hay ocasiones en las que a pesar de cuidarme y hacer todo lo que está en mi mano para sentirme bien, aparecen enfermedades, ¿y qué puedo hacer yo al respecto? Intentar cuidarme de manera integral para que el desarrollo de esa enfermedad (física o psicológica) sea el mejor posible.
Ante el diagnóstico de una enfermedad, todas las personas pasamos unas fases de afrontamiento emocional y conocerlas nos puede ayudar a comprender mejor el proceso.
Estas etapas están basadas en las etapas del duelo de Kübler-Ross. Porque una enfermedad implica la pérdida de la salud y, como toda etapa de duelo, requiere pasar por unas fases de afrontamiento:
– Negación – evitación. La persona no se cree la situación que está viviendo, se encuentra en estado de shock y prefiere no pensar en ello ante la falsa creencia de que si no le presta atención dejará de existir.
– Enfado – rabia. La persona toma conciencia de la realidad y la ira es una emoción muy natural como defensa ante la sensación de injusticia, frustración e impotencia.
– Negociación. En esta etapa convive el dolor de la pérdida junto con las ganas de recuperarse. La persona empieza a plantearse estrategias de superación.
– Tristeza – depresión. Aquí aparecen sentimientos de desesperanza, de vacío y de dolor profundo, necesarios para asumir definitivamente la pérdida, dedicarse un tiempo de reflexión y cuidado para pasar a la siguiente fase.
– Adaptación – aceptación. La persona es capaz de aceptar la pérdida y afrontarla con un nuevo sentido de vida, ha adquirido herramientas que le permiten seguir adelante dando su lugar a los problemas, sin permitir que la sigan limitando.
Si bien es cierto que todas estas etapas no tienen porqué darse de la misma manera ni en el mismo orden en todas las personas, suele ser muy habitual que nos las encontremos en cualquier proceso de adaptación a una situación nueva, la cual siempre implica una pérdida y un aprendizaje.
Consejos para la afrontación emocional de las enfermedades crónicas
¿Qué hago si me doy cuenta de que me cuesta afrontar este proceso?
Ahora bien, vivir este proceso no es sencillo y es necesario dotarse de las herramientas adecuadas para poder superarlo con éxito
– Buscar apoyos en las personas de confianza y mantener el contacto social. Está bien disfrutar de momentos de soledad y aprender a relacionarme de manera amable con ella, aunque es importante evitar caer en el aislamiento e intentar mantener el apoyo social.
– Liberarme de la culpa, comprender que es un proceso natural y dejar que ocurra.
– Escuchar mi cuerpo de manera honesta y cuidar mis necesidades (alimentación, descanso, ejercicio físico, gestión emocional…)
– Pedir ayuda a una persona especialista, la cual me pueda ofrecer las herramientas que necesito para vivir el proceso de la mejor manera posible. En este sentido es muy importante tener en cuenta que el/la especialista no nos ofrecerá soluciones mágicas, cualquier cambio o aprendizaje implica un esfuerzo y este esfuerzo tiene que ser realizado por uno/a mismo/a. El/la profesional tiene la función de acompañar en el proceso y ofrecer herramientas. Tú tienes la responsabilidad de aplicarlas en tu vida y hacer que funcionen.
Con todo esto, seguimos transitando el camino de la vida y seguimos disfrutando del mayor regalo que nos ofrece, ¡el poder vivirla plena e intensamente!
Un abrazo, Sandra Barceló.